Ventana bífora

Características

Ventana ajimezada con dos arcos ligeramente en herradura. Está enmarcada por una moldura perimetral decorada con el clásico motivo de la trenza de dos lazos, tallada a bisel. La ventana está ejecutada en una placa monolítica. Las columnas son de sección cuadrada con chaflán y sin capitel, sustituido por una imposta. Entre la parte superior de los dos arquillos y la orla o faja moldurada, se perciben restos ilegibles de una inscripción. Se encontraba fragmentada en cuatro partes. La restauración de la misma permite recuperar su configuración original. Una réplica de ésta ventana se encuentra en el Museo Arqueológico de Oviedo.

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Dimensiones

Longitud de la pieza: 37,5 cm

altura: 50,5 cm

espesor: 9 cm

Moldura superior: 7,5-8 cm

Moldura inferior: 7 cm

Moldura flanco derecho: 5,5 cm

Moldura flanco izquierdo: 4,5 cm

Diámetro de los arcos: 9 cm

Altura de los fustes: 22 cm

Ancho fuste entrego derecho: 3 cm

Ancho fuste entrego izquierdo: 3,5 cm

Ancho fuste central: 7 cm

Dimensión superficie de apertura ventana: 27 × 36 cm

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Exposición

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Descripción

La ventana ajimezada se encuentra situada ahora en el paramento oriental de la iglesia, debajo de la lápida que tiene tallada una Cruz de la Victoria (pieza número 5). Inicialmente se encontraba incrustada en una de las paredes de la contigua casa rectoral, siendo trasladada por el párroco al ábside de la iglesia en 1880.[1] Ciriaco Miguel Vigil informará previamente de la ubicación de esta ventana ajimezada: «Procedente de la reformada iglesia de San Martín de la villa de Salas, se trasladó y se conserva en una de las paredes de la casa rectoral un gracioso ajimez latino-bizantino, de dos huecos, con graciosa columnita central, merece un puesto en el Museo, como obra de arte bien conservada».[2]

Estudio de la decoración

De época visigoda conocemos ventanas bíforas labradas monolíticamente con sus arcos, columnillas y vanos. Tenemos una variante preliminar en la iglesia de San Pedro de la Nave (Zamora), donde encontramos una ventana trífora, si bien parte de su configuración se encuentra despiezada.[3] Tenemos como ascendente la ventana trífora de la iglesia de Santa María de Niebla[4] (Cádiz). Está tallada enteramente en una sola piedra; conserva los arcos peraltados y fustes lisos con toscos capiteles. En su parte baja está recuadrada por un cordaje que continúa por la rosca de los arcos. Encontramos paralelos también en ventanas de Mérida, Córdoba y Soure, las cuales consideramos del siglo ix. En Asturias nos encontramos con la ventana bífora de arcos labrados separadamente. Surge inicialmente en San Salvador de Valdediós, posiblemente por mediación de la influencia mozárabe. Es ilustrativo traer el caso de la ventana del pórtico de San Miguel de Escalada (913).

La ventana bífora de San Martín tiene una moldura que la envuelve perimetralmente. Este marco tiene un tratamiento decorativo con el motivo clásico de la trenza de dos lazos que se cruzan formando olas, con una talla en corte a bisel muy limpio. Es una pieza muy buena en ejecución. El motivo de las cintas, de la doble trenza, lo hallamos en San Juan de Baños,[5] en los ábsides laterales, solo que allí en vez de tener el «ojo de gato» o punto central en relieve, según Hamilton, lo tiene rehundido. Caballero y Feijoo, y a propósito de datar la decoración, escriben: «Sin agotar todos los paralelos se puede aducir cierta relación decorativa con San Martín de Salas (Asturias), documentada en 896 y posteriormente reconstruida en 951. Una de sus ventanas ajimezadas se enmarca con una moldura de doble trenza tallada a bisel que recuerda la de los ábsides laterales de Baños a no ser por su diferencia de tamaño y por cambiar sus botones en relieve por puntos rehundidos».[6]

Se encuentran, a su vez, ventanas con paralelos en la de Salas, en San Miguel do Mosteiro de Eiré, en San Juan de Camba y en Santa Catalina de Reza a Vella, todas en Orense.[7] Estas ventanas con arcos ultrapasados tienen su área de influencia extendida hasta la zona portuguesa y son, ciertamente, el resultado de influencias asturianas tardías «cuyos prototipos se pueden ver en los ajimeces de San Martín de Laspra, o en San Miguel de Bárcena, con su ajimez asociado a la primera construcción del año 973».[8] En Asturias tenemos un ejemplo en San Pedro de Ese de Calleras, en Tineo. Pero también vemos paralelos en las ventanas de la iglesia de San Juan Bautista de Santianes de Pravia. Sus arcos de herradura semejan los de nuestra ventana de San Martín. La cronología se puede llevar hasta finales del siglo x. Ello propicia una adscripción de la ventana probablemente anterior a la reconstrucción efectuada en el 951.[9]

El ajimez es introducido en la arquitectura asturiana en la época de Alfonso III (866-910). Es a partir de esta fecha cuando empieza a observarse su presencia sistemática.[10] Precisión que Manuel Gómez Moreno ya había realizado al sostener que el ajimez se introduciría en la arquitectura asturiana a finales del siglo ix por influencia andaluza.[11] Si bien no existe un consenso generalizado, parece ser que todos los ajimeces peninsulares tienen una cronología próxima al siglo ix-x, pudiendo vincularlos a iglesias mozárabes o asturianas. Como resalta Jorge Barroca, el origen del ajimez no es aún muy bien conocido, encontrándose los ejemplos más antiguos en la mezquita de Tudela, obra de Muza II (ca. 856) y en la de San Ginés de Toledo (Museo Arqueológico Nacional). Se puede sugerir que los datos más antiguos parecen apuntar a un origen musulmán del ajimez en cuanto pieza monolítica.[12]

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[1] Cf. Ciriaco Miguel Vigil: Asturias monumental, epigráfica y diplomática, Oviedo, 1887 (Reed. Oviedo, 1987), pp.505. Asimismo: Armando Cotarelo Valledor, Alfonso III el Magno, Madrid, 1933. pp. 241.

[2] Informe de Dn. Ciriaco Miguel Vigil. Museo Arqueológico de Oviedo. Sin fecha.

[3] Helmut Schlunk y Theodor Hauschild. Hispania Antiqua. Die Denkmäler der frühchristlichen und westgotischen Zeit. Mainz, 1978. Lám.129.

[4] Consultar: Historia de España, dirigida por Ramón Menéndez Pidal, Tomo III. Madrid, 1940. España Visigoda. Emilio Camps Cazorla, El Arte hispanovisigodo. pp.465, Fig.149.La cronología de esta ventana se encuentra en revisión, pudiendo ser considerada del siglo IX. Consultar a este respecto la obra de Jorge Barroca:“Estudo dos Testemunhos…”. pp.123 y ss.

[5] Helmut Schlunk y Theodor Hauschild. Hispania Antiqua. Die Denkmäler der frühchristlichen und westgotischen Zeit. Mainz, 1978.pp.207.Fig.118.

[6] Caballero y Feijoo, S. : La iglesia altomedieval de San Juan Bautista en Baños de Cerrato, «Archivo Español de Arqueología» 71, 1989. en prensa. Debo agradecer a Luis Caballero Zoreda su gentileza para la publicación de ésta parte de su trabajo.

[7] Juan Carlos Rivas Fernández, “Algunas consideraciones sobre el prerrománico gallego y sus arcos de herradura geminados”, Boletín Auriense, Vol I, Orense, 1971.

[8] Mario Jorge Barroca “Contribuiçao para o Estudo dos Testemunhos Pré-Românicos de Entre-Douro-e-Minho”. IX Centenário da Dedicaçao da sé de Braga. Braga, 1990. pp.127.

[9] Una cronología similar sugiere César García de Castro en:Arqueología Cristiana de la Alta Edad Media en Asturias, Oviedo.1995. pp.251.

[10] Mario Jorge Barroca “Contribuiçao para o Estudo dos Testemunhos Pré-Românicos de Entre-Douro-e-Minho”. IX Centenário da Dedicaçao da sé de Braga. Braga, 1990. pp.129.

[11] Manuel Gómez Moreno: Iglesias Mozárabes. Arte español de los siglos IX a XI. Madrid, 1919. (Reed. Granada, 1975). pp.13.

[12] Mario Jorge Barroca “Contribuiçao para o Estudo…” . pp.129.Asimismo:.Luis Caballero Zoreda:“Un canal de transmisión …..”.Al-Qantara, Vol. XV, Madrid. 1994. pp.347-8.La resolución de esta problemática sobre la cronología postvisigótica no está resuelta, por lo que hay que estudiar mesuradamente la hipótesis de la derivación visigoda.

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