Lápida de las Santas relíquias y la fecha de restauración de la iglesia

Características

El texto de la inscripción está grabado sobre una piedra de caliza blanca con una superficie muy alisada y pulida; se encuentra enmarcado por una moldura lisa, en cuyo interior se distribuyen ocho renglones de 3,6 cm de altura cada uno, separados por una línea incisa limpia ejecutada a buril.

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Dimensiones

Longitud de la pieza: 34 cm

Altura: 31,8 cm

Espesor: 9 cm

Campo epigráfico: 27 x 30 cm

Traducción

†In (h)oc altare sunt reliqui(a)e recon/dit(a)e Sci. Salvatoris Sce. Mari(a)e / Sci Martini ep(iscop)i Sci. Iohannis B(a)b(tista)e / Sci Andr(ea)e Sci T(h)irsi Sci. Felicis / Sci. Romani Sce Eolali(a)e Sci. Pelagi. / Restauratu(m) est te(m)plu(m) (h)oc ab Ade/fonso confesso die iiii Id(u)s / Oc(to)b(ri)s in era DCCCCLXXXVIIII a.

En este altar están escondidas las reliquias de San Salvador, de Santa María, San Martín obispo, San Juan Bautista, San Andrés, San Tirso, San Félix, San Román, Santa Eulalia, San Pelayo. Este templo ha sido reconstruido por Alfonso religioso, el dia cuarto antes de las Idus de octubre, en la era de DCCCCLXXXVIIII (951 d. de C.).

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Exposición

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Descripción

La lápida se encuentra ubicada en el lienzo sur, en el sector de la pared exterior del presbiterio, a la derecha de la placa que tiene tallada la Cruz de la Victoria según es observada por el espectador.

Jovellanos realizaría la primera transcripción de esta pieza en visitas que realiza a la iglesia de San Martín el 3 y 4 de octubre de 1796. El día 3 nos dice: «[…] hay otra a su lado [en referencia a la pieza número 1: «Ex multis…»], y al extremo de dicha pared exterior que no pude copiar, porque está boca abajo, pero se hará mañana, sacándola y volviéndola». A la mañana siguiente escribe en su diario: «Viene la piedra de San Martín, se copia por mí muy exactamente; está bastante conservada, contiene la fecha de la edificación. Era 989, y es harto estimable. Se copió a presencia de D. Lope Caunedo, cura de Labio, y del escribano de Salas […]».

Elías González Tuñón la transcribe el 30 de agosto de 1863, si bien ya había realizado una lectura de la misma con fecha 6 de noviembre de 1861, aunque muy defectuosa. Ahora hace una transcripción conociendo los dibujos que le ha proporcionado Ciriaco Miguel Vigil. El mismo Vigil relata las circunstancias acaecidas, que por su interés reproducimos:

Mi amigo el entendido anticuario D. Elías González Tuñón fué, según infiero, quien dió a conocer monumentos tan estimables, publicándolos muy compendiados y defectuosos en el núm. 869 de El Faro Asturiano, periódico de Oviedo, correspondiente al 6 de noviembre de 1861, bajo el título de «Antigüedades de Asturias», noticia que me sirvió de guía para sacar dibujos exactos de las lápidas; y el mismo Sr. Tuñón, a quien facilité las copias, reprodujo otro artículo algo más ajustado a los datos que arrojaban, en el propio periódico del 30 de agosto y 7 de setiembre de 1865. Después se averiguó que pudieran existir copias en la Real Academia de la Historia.[1]

En junio de 1864 la transcribe Vigil: «En el propio lienzo de la epístola otro epígrafe corrobora la restauración verificada por el mismo Alfonso en el año de 951:

_ in oc altare sunt reli (quie recon)-

dite sancti salvatoris, sanctae marie,

sancti martini episcopi, sancti iohannis babtiste,

sancti andre, sancti tirsi, sancti felicis,

sancti romani, sancte eolalie, sancti pelagi,

restauratum est templum oc ab ade-

fonso confesso die iiii idus

octobris in era dcccclxxxviiii a.»

La transcripción es correcta prácticamente.

Las reliquias depositadas en el altar de la iglesia de San Martín en el momento de la consagración permiten acercarnos al conocimiento del mundo religioso de la Alta Edad Media en Asturias. Las reliquias que contiene el ara de San Martín corresponden a san Salvador, santa María, san Pelayo, san Martín, san Tirso, san Juan Bautista, san Andrés, san Félix, san Román y santa Eulalia. Cinco de ellas (las de san Salvador, santa María, san Pelayo, san Martín y san Tirso) se encuentran entre las más repetidas en las iglesias altomedievales asturianas. Francisco Javier Fernández Conde, después de un pormenorizado examen, elaboró un relevante cuadro estadístico de las reliquias más comunes en las iglesias asturianas, dentro del marco cronológico hasta el año 1000:[2] Lignum Crucis, nueve; santa María, cinco; san Pelayo, cuatro; san Martín, cuatro; san Tirso, cuatro; san Miguel, tres.

Como se puede observar, las reliquias de san Salvador (Lignum Crucis), santa María, san Pelayo, san Martín y san Tirso, presentes en la iglesia de San Martín, se encuentran, precisamente, entre las más repetidas dentro del relicario altomedieval asturiano.

Conviene destacar que las iglesias que tienen depositadas en sus altares reliquias de san Pelayo pertenecen todas a la segunda mitad del siglo x. El mártir Pelayo moriría en Córdoba en el 925, pero no sería trasladado a la ciudad de León hasta el año 967, reinando el joven Ramiro III, el cual solamente contaba con cinco años de edad. Es evidente que mueve a conjeturas el hecho de que tanto la iglesia de San Martín como la de Santa Eulalia, ambas construidas por «Adefonso Confesso» el mismo año de 951, posean reliquias de san Pelayo. Pero es preciso matizar que el mártir san Pelayo tenía culto ya en muchas iglesias de la meseta castellana, antes de que sus restos fuesen trasladados a León en la fecha mencionada de finales del siglo x.[3]

En ésta lápida se refleja la fecha de reconstrucción de la iglesia, 12 de octubre de 951, coincidiendo ese día en domingo. La ceremonia se realizaría, pues, correctamente, de acuerdo con el canon i del Tercer Concilio de Zaragoza, celebrado en el 691, y en el que «no se permitía a los obispos consagrar las iglesias fuera de los domingos», requisito imprescindible para la sacralización de un espacio dedicado a un uso litúrgico como es una iglesia. En este sentido, conviene señalar el hecho de que solamente seis iglesias asturianas, de cuyas fecha de edificación y ceremonias recogidas en los diferentes ritos tenemos pleno conocimiento (consagración/dedicación de altares, fundación, deposición de reliquias…), hayan sido realizadas en domingo.[4] Entre ellas se encuentra la iglesia de San Martín de Salas. Son las siguientes: El templum de la Santa Cruz (Cangas de Onís), consagrado el 27 de octubre del 737; la erección del ara de Santa María de Naranco (Oviedo), realizada el 23 de junio del 848; el templum de San Salvador de Valdediós (Villaviciosa), consagrado el 16 de septiembre del 893; el templum de San Salvador de Priesca (Villaviciosa), consagrado el 23 de septiembre del 921; la deposición de reliquias en el templum de San Martín de Salas, el 12 de octubre del 951, y la consagración del templum de Vaones el 5 de febrero del 993. Ciertamente el corpus es más amplio, pero se han recogido aquellas iglesias que tienen una datación completa y situadas en el solar del reino de Asturias. Semejante hecho lo podemos constatar en iglesias comprendidas entre el siglo ix y x, cuando la capitalidad del reino ha pasado a León: Santiago de Compostela, consagrada el 6 de mayo del 899; San Miguel de Escalada, el 20 de noviembre del 914, o San Pedro de Montes, el 24 de octubre del 919.

Conviene destacar el hecho de que solamente en tres de ellas sería realizada la consagración por un obispo: la iglesia de Santa Cruz, la de San Salvador de Valdediós y la de Baones. El ara de Santa María de Naranco no se menciona y en la iglesia de San Martín de Salas se nos dice que es renovada por un «Confesso»: el religioso Adefonsus. Podríamos considerar que se ha podido incurrir en una irregularidad al efectuarse una consagración por un presbítero, lo cual estaba prohibido expresamente por el canon xix del Primer Concilio de Braga (año 561), el cual nos dice: «De la bendición del crisma. Que sea depuesto de su oficio el presbítero que se atreva a preparar el crisma o a consagrar una iglesia. También se tuvo por bien que si algún presbítero, después de esta prohibición, se atreviera a bendecir el crisma o a consagrar una iglesia o un altar, sea depuesto de su oficio, pues esto estaba prohibido por los antiguos cánones».[5]

[1] Ciriaco Miguel Vigil: Asturias monumental, epigráfica y diplomática. Datos para la historia de la provincia. 2 Vol. Oviedo, 1887. (Reed. Oviedo 1987).pp.506.

[2] Francisco Javier Fernández Conde, “Notas sobre la religiosidad de la alta Edad Media asturiana” en: Scripta, Estudios en homenaje a Élida García García, Oviedo.1998, pp.157-159.

[3] Cármen García Rodriguez, El culto de los santos en la España romana y visigoda. Madrid, 1966. pp.120 y ss.

[4] Consultar el interesante y documentado trabajo de Artemio Manuel Martinez Tejera,”Dedicaciones, consagraciones y Monumenta consecrationes (ss.VI-XII): testimonios epigráficos altomedievales en los antiguos reinos de Asturias y León” en: BRIGECIO, Revista de Estudios de Benavente y sus tierras.Centro de Estudios benaventanos ‘Ledo del Pozo’. Nº6, 1996, pp.77-104.

[5] José Vives. Concilios visigóticos e hispano-romanos. Barcelona-Madrid, 1963. pp.75.

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