Un hogar digno para mimar el Prerrománico

Un hogar digno para mimar el Prerrománico

La historia de los vestigios prerrománicos de San Martín de Salas ha sido más que azarosa, sobre todo porque la falta de sensibilidad en más de una ocasión y la falta de recursos –como sucede en general con todo el patrimonio cultural– habían relegado a un segundo plano algunas de la piezas más representativas del arte asturiano. Porque allá por 1980, un par de obreros, armados con cincel, cortafríos y martillos y sin ningún tipo de vigilancia ni control por parte de las autoridades culturales de la región, arrancaron de las paredes del templo salense sus piezas más valiosas. El objetivo era protegerlas, pero acabaron en una especie de cuadra durante una buena temporada, en cajas de cartón amarradas con unos alambres.

No fue hasta 1998 que recuperaron parte de su dignidad, siendo restauradas y colocadas en la torre de los Valdés Salas. Además, se realizaron unas réplicas exactas que son las que hoy se pueden ver en las paredes del templo, en su posición original.

Aún así, la distribución de las piezas en la torre, lo complicado del acceso a las mismas por parte de los visitantes y la falta de un proyecto de musealización no acababan de convencer a los expertos. Hasta hoy. Gracias a la colaboración económica de la Fundación Cajastur y el trabajo de la empresa Proasur, con la gestión de la Fundación Valdés Salas y la colaboración de Ayuntamiento, Principado y Universidad de Oviedo, la antigua capilla del palacio Valdés Salas, que se abre a la plaza del Ayuntamiento, acogerá desde hoy –la inauguración oficial será a las 11.30 horas– el Museo del Prerrománico de San Martín de Salas. En total, 22 piezas únicas, representativas del Prerrománico final, cada una de ellas con su historia.

Desde la famosa Cruz de Salas, una de las más ricamente trabajadas y mejor conservadas del Prerrománico asturiano, hasta los primeros rastros de arcos de ligera herradura en una ventana bífora ajimezada, excepcionales en la Asturias de la época.

Lápidas con ricas inscripciones, la parte superior de tres ventanas tríforas, una de ellas con un rico sogueado e inscripciones. Medio siglo después de que la corte se hubiese ido ya a León, estas piezas son ejemplo de la riqueza de los talleres asturianos. «No era una iglesia de pueblo, era una obra regia», describe Lorenzo Arias, director técnico del museo y uno de los mayores expertos de San Martín, cuyas joyas prerrománicas fueron añadidas a un templo previo hacia el año 951, hace más de mil años. Ahora se dejan ver en todo su esplendor en un centro que aspira a ser referencia de todo el Prerrománico, ofreciendo conferencias, simposios y exposiciones temporales.

FUENTE: El Comercio, MIGUEL ROJO.